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The Divine Punishment 1986

“Escucha, hombre

Pronto será tiempo

Para que protejas a un hombre moribundo

Hasta que los Ángeles bajen

No hablemos de desesperación

Si te dices un hombre y no un cobarde

Tomarás la mano de aquél al que la piedad le fue negada

Hasta que su último respiro sea el tuyo.”

Reseña por Emma Dors

 

The Divine Punishment (El Divino Tormento), inicio de esta Misa, dedicada a Tom Hopkins (muerto en 1985), se basa en textos extraídos del Antiguo Testamento, e incluye dos piezas al estilo de sendas suites:

"Deliver Me from Mine Enemies" ("Libérame de mis enemigos"), pieza en que las voces denuncian pulsantes al tiempo que una nebulosa orden, "This Is The Law of the Plague" ("Esta es la ley de la plaga"), contribuye a crear una atmósfera ominosa y terrible: "Y el sacerdote buscará la plaga en un bulto, y una pústula, y una mancha brillante. Y el sacerdote encerrará a aquél que tenga la plaga. Y los llevará a un lugar impuro. El los separará en su impureza. Esta es la ley de la plaga: enseñar lo que es puro y lo que es impuro". A continuación la víctima clama con los salmos 59, 22 y 88: "¿Por qué me has abandonado?", tal como hiciera Jesús más tarde en el Calvario. A esta angustiada pregunta le sigue una súplica, "Libérame de mis enemigos, Oh, Dios mío", terminando con la no menos angustiosa pregunta, "¿Mostrarás tus maravillas a los muertos?", una lúgubre imploración de los condenados.

Al mismo tiempo se oyen resonar onomatopeyas asfixiantes, ecos de leyendas de la antigua Grecia, torturados lamentos, voces que parecen proceder de fuegos fatuos, chirridos como de puertas vocalmente logrados, aterradores sonidos que recuerdan bestias reptantes ascendiendo a la superficie procedentes de un amargo abismo... Diamanda define esta entrega como una geografía de la mentalidad de la plaga. Para ella son las voces maldicientes de los acusadores las que condenan a las víctimas de la enfermedad como "impuros". En este segmento la artista recita partes del Levítico, concretamente un texto que juzga sin compasión a los afligidos por el mal. El Dios del Antiguo Testamento no ofrece redención ni salvación alguna.

La Peste es el Castigo Divino, entendido en los mismos términos que defienden los evangelistas actuales. Diamanda sostiene que el Dios de esos acusadores homófobos es un Dios maligno, traidor, y en este sentido la actriz se pone de parte de los que se rebelan contra tal Dios. Si ello la sitúa en el bando de Satán, bien está. Tomando el punto de vista de Milton en Paradise Lost ("El Paraíso Perdido"), "es mejor reinar en el Infierno que servir en el Cielo".

Por supuesto, tales ideas conllevaron que se la tachase de blasfema, satánica y bruja. Galas se siente orgullosa de ello, ya que las brujas no eran sino personas que en su día rehusaron alinearse con los poderes religiosos del momento, siendo ejecutadas por pensar de modo independiente. En este álbum, con la segunda suite, "Free among the Dead" ("Libre entre los muertos"), una pieza que contiene complejos arreglos vocales e inflexiones al estilo blues, Diamanda le da la vuelta al antiguo Dios vengador y recita textos de los Salmos y Lamentaciones a un emergente Dios compasivo: "Líbrame de mis enemigos, Señor. Los poderosos se han unido contra mí". Este fragmento desmiente las acusaciones de satanismo, ya que el rebelarse contra el Dios de los acusadores no implica tal cosa. El mismo Jesucristo, Hijo de Dios, señala la artista, se rebeló contra el viejo orden.

La conclusión, "Sono L'Antichristo," ("Soy el Anticristo") es un auténtico revulsivo escrito por la misma Galas. En ella el condenado abraza términos reprobatorios y los arroja a la cara de sus jueces: "Soy el Azote Divino, soy el Sagrado Idiota. Soy la Mierda de Dios. Soy el Desecho de Dios. Soy la Señal. Soy la Plaga. Soy el Anticristo." En italiano, tal como Diamanda canta esta Letanía, la palabra para la plaga (pestilenza) conlleva una mayor carga semántica aún. El órgano suena cada vez con más fuerza en un crescendo cacofónico incorporando sonidos como los de una serpiente cascabel, y la voz de la artista pone los pelos de punta. El oyente experimenta puro nervio, una aflicción y desafío que le llegan a lo más hondo del alma, en una inquietante y aterradora atmósfera, desgarradora, apocalíptica, visceral. Este trabajo fue merecidamente premiado en el festival Ars Electronica celebrado en Linz, Austria, en 1986

Reseña por Kyle Gann

 

“Si te dices un hombre y no un cobarde

Tomarás la mano de aquél al que la piedad le fue negada

Hasta que su último respiro sea el tuyo.”

 

Agosto 15, 1989

 

En  una nube de humo, iluminada por luces de colores, Diamanda Galás aparece y desaparece, empuñando un micrófono que pareciera crecer a dimensiones más allá de su mano. Detrás de ella, voces superpuestas murmuran en griego, después un tambor golpea formando un ritmo austero. Ella se desenvuelve en acusaciones, obsesivas genuflexiones, gruñe como una vieja bruja, sonríe presumida como un predicador de TV y hace chocar  los dientes como el canto del mono de Java. “Cuando cualquier hombre arranca cualquier órgano de su cuerpo es por que ese órgano es impuro” Diamanda estalla “Esta es la ley de la plaga: para enseñar lo que es puro y lo que no lo es” Las palabras son de Dios, vía Moisés, extraídas del más severo de los capítulos Bíblicos, el Levítico.

 

Estoy describiendo “ The Divine Punishment” (El castigo divino), primera parte de su trilogía llamada La Máscara de la Muerte Roja, su “Misa de la Plaga” fue presentada casi en su totalidad en Julio 25 (1989)en “Alice Tully Hall”.  La Máscara de la Muerte Roja representa un heroico enfrentamiento jamás hecho por una sola persona frente al SIDA, y más específicamente hacia la falsa imagen de santidad que hace ver a la plaga como una retribución divina del pecado. Su arma formidable es la ironía Kierkegaardiana, un ataque en contra de una sociedad “Cristiana”, lograda a través de pretender una identificación con su contra parte. Su punto de partida es el Levítico, el libro usualmente más citado para condenar la homosexualidad. El efecto que crea es el de la gemela diabólica de Meredith Monk o la sombra siniestra de Laurie Anderson, aunque como cualquier sombra Jungiana, es difícil de afrontar pero finalmente benéfica. Diamanda nos muestra esta parte fea de la religión occidental, no para condenar, sino para sanar.

 

La Máscara de la muerte roja se divide en tres  poderosas fases, la división es clara en los dos CD´s. De manera dialéctica, “El Divino Castigo” usa escritura sagrada para re-acomodar nuestra forma de pensar, de la Biblia no sólo provee los juicios, sino también el punto de vista de la víctima en salmos y lamentaciones: “Libérame de mis enemigos, oh mi Dios… El poder cae sobre mí, no por mis transgresiones, ni por mi pecado”. Cambiando a su propio texto, ella muestra la progresión  por la cual aquellos que son afectados por la aflicción, son considerados como enemigos de la sociedad: “Yo soy la señal. / Yo soy la plaga. / Yo soy el Anticristo.”
 

Diamanda continuó con la tercera parte, “You Must Be Certain of the Devil”- (Debes estar seguro del Demonio”- sección orientada al rock. “Bienvenidos bienvenidos bienvenidos, bienvenidos al día santo,” ella canta con la hipocresía de un presentador de feria, cambiando dramáticamente de un tono anti-litúrgico a una perspectiva más asentada.

 

En Kentucky Harry compra una ronda de cerveza

Para celebrar la muerte de Billy Smith, el homosexual

Cuya madre se sigue ocultando por miedo

No hablemos de desesperación

 

En su texto Diamanda apunta hacia otra dirección, hacia un mundo según Jung, en donde cada uno de nosotros somos ambos, nosotros y ellos, la víctima y los que la condenan, el opresor sin sentimientos. Las mejores palabras vienen al último.

 

Escucha, hombre

Pronto será tiempo

Para que protejas a un hombre moribundo

Hasta que los Ángeles bajen

No hablemos de desesperación

Si te dices un hombre y no un cobarde

Tomarás la mano de aquél al que la piedad le fue negada

Hasta que su último respiro sea el tuyo.

 

De cierta manera, Diamanda siempre ha sido una intérprete en busca de la plaga. Su reputación como vocalista gracias a la interpretación de piezas de Iannis Xenakis y Vinko Globokar, que al igual que ella comparten en sus trabajos lo ruidoso y la inconfundible calidad de la corriente avant.garde europea, su acercamiento al histrionismo político, pareciera ser el resultado de la Europa de los 60´s. El enfoque urgente de “La Máscara de la Muerte Roja” se vuelve más individual, y su propósito de unidad sirve como base para un conjunto de estilos vernáculos y avant-garde con un sencillo matiz

Las técnicas vocales son reducidas en número, transformadas en intensidad: una reminiscencia de cánticos Hebreos (su repetición constante de inflexiones micro tonales con un perfecto control) su sello personal con chillidos en tonos altos y al final un sexy estilo de cabaret Francés. Ruido, aunque permanece el estrato que unifica el fondo de las diferentes partes, sin embargo los sonidos de fábrica, el  compás de rock, las capas sobre capas de murmullos y chirridos, incluso los ornamentos, TV jazz que acompaña “You Must be Certain of The Devil” son formas variadas del grito primario.

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