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Guilty! Guilty! Guilty!

“El amor es la pasión que sentimos hacia otra persona que nos atrae, procurando reciprocidad en el deseo de unión. Esa unión nos completa, alegra y da energía para convivir y comunicarnos. Es un sentimiento de afecto y entrega a alguien o algo. Pero también expresa otros significados tales como la tendencia a la unión sexual o conceptos como blandura o suavidad.
Curiosamente, estos últimos hacen imposible lo anterior...”

 

“Todo hombre desea matar aquello que ama (Oscar Wilde)”

Por Sergio Piccirilli

 

En Guilty, Guilty, Guilty la célebre cantante de ascendencia griega Diamanda Galas reúne un puñado de baladas de amores trágicos y homicidas y canciones de muerte. Este álbum fue grabado en su mayor parte durante una actuación en el Knitting Factory de New York, llevada a cabo estratégicamente un 14 de febrero. O sea en el Día de San Valentín o Día de los Enamorados.


Seguramente para Galás, a quienes algunos denominan como “la reina de la oscuridad”, “la diosa de la muerte”, “la musa del movimiento siniestro”, etc., no hay nada más lindo que festejar ese romántico día al lado de nuestro amado… cadáver.
 

La palabra amor tiene diferentes acepciones. Básicamente es un sentimiento intenso del ser humano que, partiendo de su propia insuficiencia, necesita y busca el encuentro y unión con otro ser, preferentemente humano. Aunque no siempre.
 

El amor es la pasión que sentimos hacia otra persona que nos atrae, procurando reciprocidad en el deseo de unión. Esa unión nos completa, alegra y da energía para convivir y comunicarnos. Es un sentimiento de afecto y entrega a alguien o algo. Pero también expresa otros significados tales como la tendencia a la unión sexual o conceptos como blandura o suavidad.
Curiosamente, estos últimos hacen imposible lo anterior...

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El amor se relaciona con el cariño, las caricias, los requiebros y nos hace decir incongruencias, babearnos, nos salen juanetes y provocan erupciones cutáneas en lugares recónditos de nuestra anatomía.
 

Como dijo un famoso botánico “al amor hay que regarlo todos los días”, claro que no sé si se refería al sentimiento en cuestión o al arbolito de la familia de las malváceas, parecido al abelmosco de hojas acorazonadas, angulosas y con cinco lóbulos pedúnculos, también llamado amor.
 

En todo caso queda claro que, cuando uno no riega al amor, o se seca o se divorcia, es decir que al fin de cuentas nos quedamos solos y con los lóbulos pedúnculos mustios.
 

Muchas veces el amor nos obliga a enfrentarnos con el destino haciendo que actuemos igual que los personajes de una tragedia y, del mismo modo que en esa forma dramática, nos vamos moviendo de manera misteriosa e inevitable hacia un desenlace fatal. Los grandes trágicos del clasicismo griego como Tespis, Frinico, Esquilo, Sófocles y Eurípides describían ese ineludible castigo como una fuerza ciega denominada la fatalidad, el sino, el hado o fatum que conduce forzosamente al orgullo insolente o hybris del personaje que se rebela ante los dioses, a su propia muerte.
 





















Suscribiendo a este concepto, la pérdida de un amor, sea éste un arbolito, una pasión incontrolable, una esposa u otro tipo de vegetal o animal (según corresponda) nos lleva a tomar conciencia de la muerte.
 

También el término muerte tiene diferentes interpretaciones. Para algunos es la cesación de la vida; en cambio para otros es la separación del cuerpo y el alma. Y nunca faltan aquellos que creen que es la figura de un esqueleto humano vestido de negro y con una guadaña en la mano.
 

En todo caso recomiendo prudencia, ya que sin ir más lejos hace poco, creyendo que se trataba de la parca, le propiné una golpiza al jardinero. Aunque peor fue el caso de un amigo que, creyendo que se trataba del jardinero, dejo pasar a la muerte.
Fue terrible… Le arruinó el potus, le pisó los geranios y encima le cobró carísimo.

 

Todos hemos escuchado la frase “hay amores que matan”; pero si alguno dudaba de la veracidad de este concepto, un estudio científico publicado recientemente en la revista Archives of Internal Medicine acaba de confirmarlo. De acuerdo a esa investigación, las personas que mantienen una relación tormentosa tienen más probabilidades de padecer una enfermedad cardiovascular. El equipo científico encabezado por el Dr. Roberto de Vogli determinó que los aspectos negativos de las relaciones íntimas pueden activar emociones fuertes como la preocupación o la ansiedad y sus efectos fisiológicos consecuentes, tal como el incremento del riesgo de sufrir una enfermedad cardiovascular. El estudio realizado sobre 9000 individuos, permitió llegar a la conclusión que aquellos que presentaban problemas en sus relaciones íntimas tenían un 34% más de posibilidades de desarrollar una enfermedad coronaria. Dato que, desde mi ignorante optimismo, equivale a decir que hay un 66% a los que no les pasa nada. Así que si usted tiene una relación de carácter negativo, disfrútela todo lo que pueda que las estadísticas lo avalan.
 

La mayor parte de la obra de Diamanda Galás se centra en el lado oscuro de la persona. Los temas recurrentes son la esquizofrenia, la demencia, el aislamiento irracional, las enfermedades intolerables y las formas en que éstas, de modo inevitable, llevan a la muerte. Esa exploración catártica hurga en el abandono al que estos individuos, en situaciones extremas, son sometidos por la sociedad; pero en lugar de caer en la denuncia explícita prefieren explorar en ese lado oscuro de la psiquis como forma de capacitación encubierta para afrontar las dificultades de la vida.

 

En Guilty, Guilty, Guilty estos conceptos son ratificados y ampliados. Detrás de esas canciones trágicas que nos hablan de desesperación, dolor y sufrimiento asoman la redención y la esperanza. Si bien en retrospectiva puede sorprender que Galas haya evolucionado del vanguardismo cacofónico a estilos menos agitados y convulsionados como el blues y el góspel, sigue siendo coherente en su declaración creativa, tanto en los temas como en sus conceptos centrales.
Y en todo caso, si ha habido una mutación estilística obedece más al carácter reflexivo que conlleva la madurez que a una capitulación exploratoria.

 

Un interludio en piano que refleja una atmósfera siniestra, oscura e inquietante, nos sumerge en el clásico del ícono del soul sureño Overton Vertis Wright, 8 Men and 4 Women. Tras los obsesivos compases iniciales y a medida que la voz se va apoderando del cuerpo melódico, la canción hace un dramático giro al blues. Una sombría escalada de profunda intensidad que Galas ornamenta mediante el uso de sus características técnicas vocales extendidas en un crescendo que nos deposita finalmente en el perturbador estribillo que da título al disco.

 

A continuación transforma la balada country de Danny Dill y Marijohn Wilkin que popularizara Johnny Cash en 1968, Long Black Veil, en un notable alegato góspel. El tema cuenta la historia de un hombre sospechado de un crimen que no cometió y que prefiere ser condenado a muerte antes que revelar como coartada que, al momento del homicidio, estaba viviendo un romance con la mujer de su mejor amigo.
 

Por suerte esto es poco frecuente. Si siempre calláramos en circunstancias parecidas ya todos habríamos sido ejecutados.
La infidelidad también es aludida, pero con mejor fortuna, en el hit de R. Kelly & The Isley Brothers, Down Low. La versión de Galas elude deliberadamente la liviandad del original para adentrarse, una vez más, en las profundidades expresivas del blues.

 

Una de las mayores sorpresas de este álbum es la dulce y delicada interpretación del tema de la cantante soul Timi Yuro, Interlude (Time). Un piano introspectivo y ascético propicia que la voz de Galas se deslice con suavidad y sin ornamento.
Autumn Leaves es una canción de Joseph Kosma con letra del poeta Jacques Prevert que se asocia tanto a famosos vocalistas franceses como Yves Montand o Edith Piaf como a las innumerables versiones instrumentales que terminaron por convertirla en un clásico del repertorio de los músicos de jazz. La visión de Galas ofrece un tratamiento irregular del texto que, en lugar de utilizar el lenguaje como vehículo para transmitir información, se transforma en un críptico collage sonoro.

O Death, con sus nueve minutos de feroz interpretación, es la pieza central del álbum. El angustioso y brutal tallado sonoro que hace Galas de este clásico del bluegrass compuesto por el legendario Ralph Stanley, es un viaje lleno de memorables pasajes.

 

Las rupturas de la voz, el uso de tonalidades extremas, los inauditos sostenidos y los juegos fonéticos crean una contundente atmósfera de fantasmal intimidación.
 

El álbum cierra  con una magnifica lectura de Heaven Have Mercy, tema de M. Philippe Gerard y Rick French que inmortalizara Edith Piaf. Aquí Galas, desde el horror, logra invocar a la belleza haciendo que en su voz el estribillo “cielo, ten piedad” más que una súplica adquiera un carácter redentor.
 

Síntesis: Guilty Guilty Guity es la conmovedora entrega de una cantante de excepción en su madurez artística en la que aborda el tema de la muerte como un espejo capaz de reflejar al amor.
 

Y el amor es parte de la vida.

Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos. (Bertrand Russell)

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